lunes, 26 de marzo de 2012

Sombra oscura cap. 13

La tenue luz de los farolillos de cubierta iluminaba la pasarela que daba al mar. Era una escena muy romántica, con la luz de la luna iluminándolos mientras ellos estaba allí cogidos por las manos hablando tan placenteramente. Eso debió pensar la señora Rouge, y se acercó a la parejita de tortolitos. Tenía alrededor de 60 años, rechoncha, aunque sin ser una obesidad pronunciada. Sus cabellos hacía tiempo que los teñía de rubio debido a las canas. Vestía con un traje negro de fiesta, que reflejaba la poca luz existente dándole un cariz especial con sus brillantinas. Al cuello llevaba una piel de visón a modo de bufanda, que junto con el collar de perlas auténticas, le daba un aire de rica consentida. Quería saber de donde procedía aquella pareja, y si eran recién casados o eran amantes fugados. La cuestión es que su curiosidad la llevó a acercarse a ellos. -Buenas noches. Que buena pareja hacéis. Desde la otra punta de la pasarela os he visto y me he dicho que debíais estar de viaje de novios. ¿Me equivoco? Ay perdón, que modales los míos, soy la señora Rouge, Mary Rouge. -Hola – se adelantó Elly. -Ha acertado de pleno señora Rouge. Acabamos de casarnos y vamos a Europa de viaje de novios. -Oh por favor querida llamame Mary. - dijo sonriendo. Había conseguido su propósito de establecer una conversación con ellos, y por que no, de entablar amistad para el resto del viaje. Desde que su marido murió hacía ya tres años era una mujer que se encontraba sola. Era asidua de cruceros y viajes organizados, buscando amistades que le dieran conversación y compañía. - Está bien Mary. ¿Y usted a dónde se dirige? - Voy a Londres. Allí tengo un amigo al que voy a visitar. Hace ya casi un año que no nos vemos. -dijo sonrojándose un poco, lo suficiente para que la pareja se percatará de que en esa relación había habido algo más que una simple relación amistosa. - ¿Entonces viaja sola Mary?- dijo Elly mientras le dirigía una mirada de complicidad a Jonathan. - Así es querida. - y dio un suspiro de resignación. - Bueno no se preocupe. Mañana podríamos cenar juntos si le apetece. - dijo la joven mientras miraba a su compañero esperando un gesto de aprobación. - No quiero molestar, solo soy una vieja que viaja sola.- dijo intentando dar pena. - No es molestia señora Rouge. -contestó Jonathan que hasta el momento se había dedicado a observar como se desenvolvía Elly. - Está bien ya que insisten, estaré encantada de acompañarlos. - sonreía. Había conseguido el objetivo de no estar sola en el barco. Esa pareja de tortolitos serviría para sus propósitos. Estaba feliz. - ¿Sería tan amable de acompañarnos a dar una vuelta por el barco, Mary?- dijo Elly. - Encantada, además puedo ser una buena guía. Es la tercera vez que subo en este crucero. Dicho esto se encaminaron a la parte trasera del navío, dejando la zona centro, que era donde se masificaba la gente en aquellos momentos, debido a que los tres comedores existentes allí. Llegaron a una zona donde los botes de salvamento proyectaban su sombra sobre la pasarela de cubierta. -Mary, por favor, ¿Sería tan amable de mirar si se me ha desabrochado el vestido?- dijo Elly metiéndose hacia un rincón en la sombra del bote. La mujer ajena a lo que se le venía encima accedió sin reparos, quedando oculta a cualquier mirada indiscreta que pudiera estar acechando. Entonce Elly se giró y sin mediar palabra se abalanzó sobre la mujer. Esta se vio sorprendida y soltó un pequeño grito, que fue ahogado inmediatamente por la mano de Jónathan. La joven notaba la calidez de la sangre de Mary corriendo por su cuerpo. Una sangre llena de experiencias que se representaban su mente mientras esta iba succionando la vida de la mujer madura. A medio festín paró y cedió su puesto a Jónathan que la observaba con detenimiento. Éste apuró a la mujer hasta el último suspiro de su vida. Ella miraba con los ojos desorbitados a sus asesinos, sin entender todavía que había hecho mal. Al fin cerró los ojos para no abrirlos nunca más. -Bien ahora tenemos que deshacernos del cuerpo. - salió de la sombra y miró en todas direcciones. No había nadie que les pudiera ver. No obstante, agudizó sus sentidos buscando alguna señal que le pusiera sobre alerta. Dos cubiertas más abajo se oía gente charlando. Pero estaban retirados respecto a su posición más de diez metros. Bien era perfecto. Cogió el cuerpo de la mujer y lo arrojó por la borda. Esta produjo un ruido sordo al contacto con el agua y se perdió en la inmensidad del océano. -Cariño, ahora te explicaré como tienes que comportarte en la mesa. Dedicate a cortar la comida en trozos pequeños. Entonces te colocas alguno de estos en la boca y los masticas como has hecho siempre. Pero no te lo tragues. Con disimulo coges tu servilleta y te la llevas a la boca, como para limpiarte, y depositas en ella lo que tienes en la boca. Luego al hacer la mención de dejarla sobre tus rodillas, sueltas la comida bajo la mesa, por debajo del mantel. -Gracias amor. Es un método muy peculiar que nunca se me hubiera ocurrido hacer. -Otra cosa. No comas demasiado. Pide poca cantidad de lo que quieras para no hacer mucho estropicio bajo la mesa. Así nadie se dará cuenta. -Vale así lo haré. -Y plasmó sus labios sobre los de él. Volvieron al gran comedor, donde ya se encontraba el capitán del navío. Se dirigieron hasta la mesa en la que se encontraba. Era una mesa redonda, con un mantel blanco de lino sobre ella. Tenía ocho servicios para los ocho comensales que iban a disfrutar de la cena. -¡Ah! Ya están aquí. Empezaba a preocuparme. - dijo el capitán dirigiéndose a la pareja. -Habíamos salido a tomar un poco el fresco. Disculpe el retraso. - dijo Jónathan con caballerosidad. -No se preocupe. Por favor siéntense. - dicho esto se levantó de su silla. Los demás caballeros invitados a la mesa procedieron a levantarse también. Cuando Elly ayudada por Jónathan se sentó a la mesa, se sentó el capitán y acto seguido los demás hombres, incluido Jónathan. -Permítame que les presente a los demás invitados a mi mesa. Los Fórrester, Míchael y Eva. Él es uno de los principales accionistas de la Forrester & Forrester company. Una de las principales navieras de Estados Unidos, y de prácticamente todo el mundo. -La conozco. Estuve a punto de invertir hará un par de años en ella. Al final me decidí por Arlines Panamérica. Sus acciones se revalorizaban mucho más rápido. - dijo Jónathan forzando una sonrisa. -No se preocupe, cuando se trata de negocios cada uno defiende sus intereses. -Bueno, a mi derecha se encuentra los Bánister. Hoy en día está retirado ya. Pero ha sido uno de los mayores impulsores de Apple en el mercado chino. Son Franklin y Sofie. -Un placer conocerlos a todos – dijo Jónathan adelantándose a todos. -Igualmente. - Contestaron prácticamente al unísono los caballeros. -Bueno, pues aquí los recién incorporados a la mesa son los Leslie. Jónathan y Elly. Son recién casados y están de viaje de novios. Todos fueron felicitando a los supuestos recién casados. Cada pareja le daba destinos posibles en Europa que habían visitado con anterioridad y les habían gustado. -Falta por presentarles a mi segundo al mando el señor Steve. Alguno de ustedes ya lo conocen.- dicho esto le hizo una seña al camarero encargado de servir la mesa para que se acercara. -Un placer señor Steve. - dijo inclinando la cabeza Elly cortésmente. Este le devolvió el saludo. El camarero procedió a entregar las cartas de menú que llevaba en brazos. Luego preguntó a cada uno de ellos que querían beber. Cuando cada uno de ellos hubo elegido su bebida, hizo una seña a un segundo camarero para que se acercara. Después de darle instrucciones para que trajera la bebida, este se alejó en pos de ella. El capitán presentó al camarero que les estaba sirviendo. Era el metre de aquel comedor. Se llamaba Fernando de origen mexicano. Un gran trabajador, que llevaba más de diez años al servicio del buque. El capitán indicó a sus invitados que le pidieran cualquier cosa que desearan que Fernando se lo proporcionaría si se encontraba a bordo. Luego procedió a tomar nota de los primeros que cada uno de los comensales pidió. Las mujeres pidieron todas ensaladas variadas. Así la señora Bánister, pidió un cóctel de gambas, aderezado con salsa rosa al coñac. Especialidad del barco, que había implantado el cheff. El metre se sintió gratamente complacido, ya que el cheff era su hermano. De segundo pido un combinado de marisco en el que habían dos carabineros, media docena de gamba rallada y media docena de cigalas. De postre pidió unos profiteroles. La señora Forrester se pidió una ensalada tropical. Esta constaba de lechuga cortada a tirar muy finas, con trocitos de aguacate y piña. También llevaba trocitos de kiwi. Todo esto aderezado con una salsa hecha de mayonesa con un poquito de caramelo. Realmente rico. De segundo se pidió unas virutas de ciervo aderezadas con salsa de champiñón. Para el postre pidió un plátano, en cuya presentación llevaba el platano ya pelado con un chorrito de chocolate por encima, con una tartaleta rellena de helado de turrón. Elly que no quería desentonar, pero al mismo tiempo no quería salsas que delataran su jugada para eliminar la comida. Así pues se pidió una pequeña ensalada de cogollos, con tomates cherrys partidos por la mitad y huevo cocido a cuartos. No quiso segundo y de postre pidió unas fresas con nata. El señor Forrester como su prominente barriga indicaba, era un hombre de apetito voraz, así que pidió de primero una langosta a la plancha, aderezada con una salsa compuesta de ajo, perejil aceite y un pelín de vinagre. A la langosta le acompañaba una sepia pequeña, media docena de cigalas y media docena de gambas ralladas. De segundo se pidió un entrecot al roquefort y de postre pidió una copa de helado en la que le trajeron tres bolas una de vainilla, una de chocolate y una de turrón. El señor Bánister más escueto a la hora de comer, pidió una dorada a la espalda, no muy grande, acompañada con unas zanahorias cocidas y unos pimientos italianos asados al horno. No pidió segundo y de postre pidió una bola de turrón que era a lo único que no le hacía ascos, con nueces caramelizadas. El segundo de abordo pidió solomillo con salsa de setas acompañado con un poco de ensaladilla con picatostes. Tampoco quiso segundo y pidió de postre una mousse de chocolate. El capitán del barco pidió lo mismo que su segundo, aunque como no le gustaba la verdura, cambió la ensaladilla por un huevo cocido partido en dos, relleno de atún y mayonesa. De postre se pidió un flan de huevo casero, que realizaba expresamente el cheff par el capitán. Jónathan se pidió un par de chuletas de cordero asadas a la barbacoa, acompañadas por una patatas fritas. No quiso nada más. Después de tomar nota, el metre salió espoleado hacia la cocina para pedir a su hermano que tuviera sumo cuidado con aquellos platos, ya que se trataba de la mesa del capitán. Estuvieron conversando durante diez minutos de diversos temas, como economía, viajes, etc. y empezaron a llegar los platos, traídos por un par de camareros. El metre supervisaba la operación, dedicándose a rellenar las copas de los comensales cuando estas se vaciaban. De repente llegó un miembro de la tripulación requiriendo la atención del capitán, este se levantó de la mesa pidiendo disculpas y se acercó al marinero, que le informó que desde la cubierta 1 un pasajero había visto caer a una de las pasejeros por la borda. El capitán salió espoleado del comedor y llegó a la cubierta 1 donde le esperaba el hombre que había visto caer a la mujer. Le explicó que había pasado y el capitán dio orden de que se parasen máquinas y que se bajara una lancha a motor para volver a buscar a la mujer. A los veinte minutos volvieron con semblante serio, no habían encontrado restos del cuerpo. El mar se lo había engullido. En plena noche era prácticamente imposible encontrarla, y más aun sumando las fuertes corrientes que existían en aquella zona. El capitán volvió al comedor y se incorporó a la cena, no sin antes dar orden que se hiciera un recuento de pasajeros, para ver quien faltaba. Llegaron al café y el capitán observando que la práctica totalidad de los comensales del comedor habían terminado hacía rato, dio orden de que empezara el baile. Esto alegro a todos los allí presentes que empezaron a levantarse de sus mesas para ir a la pista de baile. -¿A ocurrido algo capitán? - preguntó el señor Forrester consiguiendo la atención de todos los presentes. El capitán procedió a explicarles que habían tenido un problema con un pasajero, que había saltado por la borda. No entró en detalles y por muchas preguntas que le hicieron los interlocutores que estaban en la mesa no quiso explicar nada más. Elly miró a Jónathan con cara de preocupación y este le hizo un gesto de indiferencia. De repente Elly notó en su cabeza como si Jónathan le hablara. -No te preocupes amor mío, nadie nos ha visto. Sigue la conversación con interés como si estuvieras sorprendida igual que los demás.- Dicho esto él le sonrió. Ella estaba anodadada, no entendía como lo había hecho. Intentó contestarle de la misma manera pero no conseguía que el la escuchara. Estuvieron un rato en el baile, donde Elly se lo pasó realmente bien. Era el centro de todas las miradas y muchos de los solterones que habían allí congregados le pedían un baile. Jónathan mientras charlaba con los hombres que habían asistido a la cena del capitán sin quitarle ojo de encima. Sobre las cuatro de la madrugada el salón prácticamente se había quedado vacío y Elly después de haber bailado con cinco de aquellos pretendientes y otras tantas veces con Jónathan, el cual era un gran bailarín, se acercó y le sugirió que se retiraran a la suite. Este accedió complacido. Llegaron a la habitación y Elly se acercó a Jónathan y lo besó con pasión. Él se vio sorprendido pero no se retiró. Ella entonces procedió a quitarse el vestido y se quedó en ropa interior. Se había puesto nervioso. Desde que se había convertido en vampiro nunca había vuelto a tener una sensación de deseo hacia una mujer. Esta iba alternando los besos y caricias mientras le quitaba la ropa. Entonces lo derribó sobre la cama y empezó a lamer sus pezones. Estos se pusieron duros, y él cerró los ojos y dejó que el placer lo invadiera. Ella siguió bajando mientras acariciaba y lamía su cuerpo. Notó como su cuerpo se estremecía de placer. Aquella joven estaba consiguiendo que volviera a ser ,aunque solo fuera por unos instantes, humano de nuevo. La cogió por los brazos y la tumbó a su lado. Empezó a besar su cuello mientras sus manos magreaban sus senos con dulzura. Le quitó el sujetador y empezó a chupar con una fuerza delicada sus pezones, que se endurecieron alegremente. Elly estaba extasiada, deseaba que él siguiera bajando para llegar a su clítoris. La hizo padecer retardando el momento en que se metió entre sus muslos mordiendo con cariño su clítoris. Esta se estremeció nuevamente soltando un gritito ahogado. Estaba preparada para recibirle.

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