Eran
las ocho de la tarde. Elly se estaba duchando, mientras Jónathan
había salido de la habitación. Se encontraba en una de las tiendas
de ropa de gala. Buscaba un traje para él y un traje de fiesta para
ella. En cuanto entró le echó el ojo a un traje rojo granate de
raso, anudado en dos tirantes detrás del cuello. El escote prometía
enseñar bastante de sus pechos. En definitiva era un traje atrevido
que a Elly le iba a sentar muy bien. Llegó a la habitación y ella
continuaba en la ducha. Le dejó el traje encima de la cama, cubierto
con la funda que llevaba. También le había traído un paquete que
suponía le iba a gustar. Era un conjunto de encaje en negro.
Ella
salió de la ducha y se enrolló en una toalla. Había estado
pensando en que ponerse para la cena. Solo había traído algunos
vaqueros y jerseys comunes, no válidos para una cena de gala como se
suponía que debía ser. Salió del baño y se llevó un susto. No
había oído entrar a Jónathan y se lo encontró sentado en una
silla, delante del portátil.
-Uff,
no te había oído entrar. ¿Qué me pongo ésta noche? Solo he
traído algunos baqueros y jerseys.
-Te
he traído algo para ti. Mira a ver si te gusta. Si no podemos
devolverlo y elegir otro.
Ella
se acercó a la cama y cogió de la percha el traje. Con sumo cuidado
le quitó la funda. Se quedó alucinada. Era precioso. Jónathan
estaba mirándola con cara de satisfacción. Ella dejó el traje con
cuidado de arrugarlo encima de la cama. Y sin darle tiempo a
protestar se lanzó sobre él rodeándolo con los brazos y besándolo
efusívamente.
-Parece
que te ha gustado. Me alegra verte tan contenta. Pero espera, abre la
bolsa que tienes encima de la cama.
Ella
obedeció. Dentro había una caja que ella abrió nerviosa. Dentro
encontró una braguita estilo culot negro de encaje y un sujetador
sin tirantes a juego. Ella se quedó mirándolo y dejó caer la
toalla quedando totalmente desnuda delante de él. Se puso el culot y
el sujetador, y viendo la cara embobada de él y su prominente
protuberancia que había aparecido en su pantalón le dijo:
-¿Te
gusta?
-Eres
preciosa.- dijo saliendo de su embelesamiento. Casi le caía la baba.
Ella
se sonrojó y se rió. Entonces procedió a ponerse el traje que le
había regalado. Mientras él se cambiaba también de ropa,
colocándose el traje negro que se había comprado para la ocasión.
Cuando terminó de maquillarse, salió del baño y se quedó allí
plantada delante de él.
-Mmmm,
estás preciosa cariño. Pero te falta algo. - dijo él haciéndose
el interesante.
-¿El
qué? - dijo sorprendida, mirándose de arriba a abajo por si le
faltaba algo que no se había dado cuenta.
-Date
la vuelta.
Ella
obedeció dándole la espalda. Sacó del bolsillo del traje que
llevaba anteriormente un estuche color rojo intenso. Lo abrió,
dejando al descubierto un collar de diamantes y un par de pendientes
a juego. Le colocó el collar alrededor del cuello y la giró hacia
él observándola.
-Estás
loco. ¿Qué te ha costado ésto?
-Está
valorado en doscientos cincuenta mil dolares.
-¡Dios!
¿Pero esto te lo puedes permitir?
-Claro,
sino, no lo hubiera hecho. ¿Te gusta?
-Claro
que sí. Es increíble. No tengo palabras para describirlo.
-Toma
colócate ésto también.- le dijo dándole los pendientes.
Los
pendientes estaban hechos de oro blanco. Llevaban incrustados 6
diamantes de 18 quilates cada uno.
-Ahora
estás realmente perfecta. - dijo con admiración.
De
repente se quedó quieto, escuchando, a lo lejos se oía el motor de
hélice de un avión. Ella todavía no se había percatado y se
quedó mirándolo. Él había cambiado su expresión facial,
frunciendo el ceño.
-¿Qué
pasa?
-Se
aproxima un avión de hélices.
-¿Y
qué? - dijo ella sin entender por que se preocupaba.
-No
es normal que a estas horas de la noche y más en la dirección del
crucero venga un avión.
Al
cabo de unos minutos ella también lo oía. Terminaron de arreglarse
para dirigirse al salón.
De
repente llamaron a la puerta. Jónathan fue a abrir. Al otro lado
había un oficial del barco.
-Discúlpeme
señor Leslie. El capitán le ruega si es tan amable que suba conmigo
un momento a cubierta. Viene un inspector de la policía de Nueva
York a hablar con usted.
-Desde
luego, deme un minuto.- y cerró la puerta tras de sí. - Elly tengo
que salir un momento. Nos vemos en el salón. No seas mala.
-No
cariño. Me comportaré lo mejor que pueda. - Dicho esto salió de la
habitación siguiendo al oficial que lo condujo hasta la cubierta.
Cuando
llegaron allí les esperaba el capitán. Estaba algo nervioso. Eran
sobre las ocho y media. Debía estar poniéndose el traje de gala
para la cena y esto había sido un imprevisto que lo retrasaría.
Vieron las luces de posición del avión que se aproximaba al
crucero. Descendió posándose sobre el agua, quedando a unos 40
metros del buque que había parado su viaje. El capitán había
ordenado que se bajara una de las chalupas al agua para recoger a los
visitantes. Ésta se aproximó al avión y recogió a dos pasajeros,
luego puso rumbo de nuevo hacia el barco.
-¡Joder
Matew! ¿ Es qué tienes que potar siempre?
-Lo
siento señor. Debió sentarme mal la hamburguesa que me comí. Con
los movimientos del avión me he mareado.
-¿Y
cuándo no te mareas tú? - dijo con sarcasmo el inspector.
Subieron
a bordo, siendo recibidos por el capitán y su segundo de abordo. A
dos metros de ellos esperaba Jónathan junto al oficial que había
ido a recogerlo.
-Buenas
noches inspector, ¿En qué podemos ayudarlo?
-Como
ya le han comentado por radio quería hablar con el señor Leslie. Es
sobre una investigación que estoy llevando a curso y me urgía poder
interrogarle.
-Me
he permitido llamar al señor Leslie para agilizar los trámites.
-dijo mientras se aproximaba a éste.
-Señor
Leslie, éste es el inspector de policía de Nueva York. Quería
hablar con usted antes de que se marchara de América.
-Es
un placer inspector..
-Clark,
soy el inspector Clark.
-Bueno
pues usted dirá.
-Soy
el agente encargado de investigar el crimen ocurrido en su casa.
Quisiera preguntarle ¿Qué sabe usted de vampiros?
-¿De
qué? - dijo Jónathan mirando al capitán con cara de sorpresa. Éste
le devolvió la mirada de sorpresa. No tenía ni idea de que estaban
hablando.
-Le
hablo de esos monstruos que matan a sus víctimas chupándoles la
sangre.
-Ahh,
bueno. Son como si fueran murciélagos grandes que viven por el
amazonas.
-No,
no. Me refiero a personas vampiras.
-Jejeje,
inspector creo que usted ha visto muchas películas.
El
inspector enrojeció de ira. Había quedado como un inepto delante de
aquella gente. Intentaría salir de aquella situación embarazosa de
la mejor manera posible.
-Se
que suena un poco a película, pero le digo que las pruebas apuntan a
que el asesino ha sido una especie de vampiro. El señor Winter
estaba prácticamente desangrado.
-Ah,
el señor Winter. Qué gran persona. Un fiel servidor al cual voy a
echar mucho de menos. Seguro que usted es muy competente en su
trabajo inspector. Confío plenamente en que sabrá descubrir que era
esa cosa y si hay alguno más.
-Por
supuesto señor Leslie. No le quepa la menor duda. Descubriré la
verdad. Y si son una secta la encontraré.
-Manténgame
informado de sus adelantos a través de la señora Winter o de sus
hijos. Sabre recompensarle si consigue resultados.
-Gracias
señor Leslie, pero no hace falta. El estado ya se encarga de ello.
Por cierto, ¿Sabe qué la noche siguiente a la del crimen en
cuestión hubo otro asesinato en Central Park?
-No
tenía ni idea. Ese tipo de personajes deberían estar entre rejas.
Son un peligro público.
-Desde
luego. Haré todo lo que esté en mi mano para atraparlo. ¿Verdad
Matew?
-Eh...,
sí claro inspector.-dijo distraído mientras estaba observando la
obstentación de aque barco.
-Bueno
no quiero molestar más. Solo quería cambiar impresiones con usted.
Es un caso especial y quería saber lo que usted me podía aportar
nuevo.
-Siento
no poder ayudarle inspector.
-Bueno
dejo que continúen su viaje. Espero que sea una travesía tranquila.
-Gracias
inspector.
Dicho
esto Matew comenzó a descender por la escalerilla que lo llevaba a
la chalupa. El inspector abordó la escalerilla, y de repente dijo:
-
Por cierto, ¿La joven que se encontraba en la casa con usted, dónde
se encuentra?
-Está
aquí abordo. Se ha convertido en mi esposa. ¿Desea que la llamé?
-No,
no. Simplemente me podría decir ¿Qué le pasó aquel día?
Encontramos sangre en la habitación que no pertenecía al cuerpo
calcinado.
-Sí
claro. Cuando aquella cosa entró, le provocó un rasguño en el
brazo y fuimos enseguida a que se lo curaran. Ahora está
restablecida por completo.
-Gracias...
Pero para ser un rasguño había bastante sangre ¿Qué pasó cuándo
la hirió?
-Se
dirigió hacia la ventana y fue cuando se incendió. Parece ser que a
mi prometida no tuvo intención de atacarla. Solo la apartó para
poder huir.
-Entiendo.
Entonces debido al zarpazo que le propinaría fue cuando hirió a su
prometida.
-Exacto.
-Pero
usted me ha dicho que se han casado ya, ¿ No?¿Por qué la llama
prometida?
-Por
que en aquel momento lo era.
-Ah
sí, es cierto.- dicho esto se giró hacia el capitán y le dijo
-¿Usted a observado a la señora Leslie con algún tipo de vendaje?
-A
decir verdad no me he fijado, pero no recuerdo haber visto ningún
vendaje.
-Inspector
ya le digo que fue un simple rasguño. No lleva ningún vendaje.
Jonathan
empezaba a ponerse nervioso. Aquel tipo se estaba poniendo
impertinente. En otra situación hubiera sido su condena, pero aquí
delante de tanta gente era imposible hacer nada.
-¿Cuanto
tiempo piensan estar en Europa?
-Pues
en principio sobre un mes. Vamos a visitar las principales ciudades
de la vieja Europa.
-Espero
que a su regreso pase por comisaría. Quisiera aclarar algunas cosas
con usted.
-Así
lo haré inspector.
Dicho
esto descendió por la escalerilla y subió a la chalupa. Los
marineros bogaron con brío y les acercaron al hidroavión. Después
de dejar su paquete, regresaron al navío donde izaron la barca
volviendo a colocarla en su sitio. El transatlántico reemprendió la
marcha hacia Europa. El hidroavión despegó y volvió hacia América.
El
capitán acompañado por sus oficiales y por el señor Leslie
volvieron hacia el interior del buque.
-Discúlpeme
unos minutos para poder cambiarme señor Leslie. Enseguida me reuniré
con ustedes en el salón.
-Por
supuesto capitán. No se preocupe.
Uno
de los oficiales acompañó a Jónathan hasta el gran comedor. Allí
en una de las dos barras había un grupo de hombres que discutían
entre ellos para decidir quien la invitaba. Por lo que escuchó
Jónathan sabía que se trataba de su amada. Le dio las gracias al
oficial, y se dirigió hacia el grupo. Allí en medio de todo aquel
grupo en el que habrían unos ocho caballeros se encontraba ella.
Estaba espectacular, con su traje de fiesta, el collar que le había
regalado Jónathan y esos zapatos de tacón de aguja que estilizaban
si cabía un poco más sus bonitas piernas.
-Permiso.-
dijo apartando con suavidad a uno de los allí presentes.
Este
se giró y de mala gana lo dejó pasar. Llegó hasta ella y sin
mediar palabra se inclinó y la besó. Ella le devolvió aquel beso,
cosa que provocó que todos los moscardones que habían estado a su
alrededor se dispersaran por la sala.
-¿Por
qué has hecho eso? Estaba buscando candidato para la cena -dijo
ella frunciendo el ceño. Pero cambió su expresión y le sonrió.
-Eres
incorregible. ¿Me permites que te acompañe a la cubierta a que nos
de un poco el aire?
-Claro
querido, como tú gustes.
Y
los dos cogido de la mano, abandonaron la sala por la puerta que daba
a la cubierta.
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