jueves, 25 de julio de 2013

Un viaje inesperado 6

                                                                  LA HUIDA

   Las dos mujeres preparaban junto con la inteligencia artificial de la nave, Andrómeda, la huida de sus captores. Sabían que solo tendrían una oportunidad. Dejaron que Andrómeda hiciera todos los cálculos. Al fin y al cabo ellas solo eran una doctora y una cabo encargada de la carga y mantenimiento de la nave.
 
   Cuando la computadora hubo terminado de realizar todos los cálculos para poder salir de allí, indicó a las dos tripulantes que los robots de mantenimiento habían conseguido reparar los dos blasters de corto alcance, pero los más potentes. Si tenían suerte dejarían inutilizada la nave que se hallaba a su lado y que les tenía amarrados magnéticamente. Eso les daría unos segundos para poder huir de allí.

-Doctora, rece lo que sepa. Va ha ser un viaje movido.

    Se sentaron en los asientos de mando, apartando antes los cuerpos inertes de los que habían sido sus compañeros que se hallaban en el puente de mando. Sus captores no tardarían en darse cuenta de su fuga y empezarían a buscarlas. Tenían que ser lo más rápidas posibles.

   Kate dio orden a Andrómeda de que empezara la maniobra de evasión. Los blasters empezaron a cargarse y segundos después se empezó a oír como una alarma que venía desde la nave que tenían a su lado. No hubo tiempo para más. Los blasters fueron disparados al unísono y las naves se separaron. Andrómeda activó los moteres de propulsión primaria para coger velocidad y empezó la cuenta atrás.

-5..,4...,3...,2...,1...,

   La nave salió propulsada hacia adelante a velocidad warp. Las dos mujeres soltaron un grito de alegría. Tenían mucha tensión acumulada y aquello fue como una válvula de escape. La consola indicaba que tenían el frente despejado. A los veinte segundos la nave se detuvo. Empezó a direccionar hacia la la estación más próxima y volvió a iniciar la cuenta atrás. Al momento la nave entró de nuevo a velocidad warp.

   Kate se desabrochó el cinturón de seguridad y se levantó. La doctora Jessica la imitó y se lanzó a su cuello. Empezó a llorar amargamente. Kate la consoló, aunque sabía que no había tiempo para nada. Debía empezar a mandar mensajes de auxilio en todas direcciones. Se desasió de los brazos de la doctora y le dio una orden clara a la computadora.

-¡Andrómeda, manda mensaje de socorro en todas las frecuencias y canales ininterrumpidamente hasta que alguien conteste. Y ya se ha terminado el silencio!
-A la orden- contestó la computadora haciendo caso a la orden anterior.

   A los pocos minutos se recibió un mensaje de contestación.

-Aquí el comandante Redón a bordo de la Liberty, crucero de batalla tipo Beta. Hemos recibido el mensaje y vamos a su encuentro. Notifiquen cualquier cambio de rumbo para poder hacer los ajustes necesarios para encontrarles.
-Aquí la cabo Smith a bordo de la Andrómeda, nave de carga de la Megacorporación, hemos sido atacados por tres naves hostiles sin identificar. La tripulación ha perecido prácticamente en su totalidad. Solo quedamos la doctora Jessica y yo. No sabe lo que nos alegramos de escucharlo.
-No se preocupe por nada. En unas horas interceptaremos su rumbo y estarán a salvo. Ya pasó todo.
-Gracias comandante. Estamos ansiosas por reunirnos con ustedes.

   Cortaron la comunicación. Estaban ya más tranquilas. Ahora solo cabía esperar a que la Liberty llegara a su altura y pudieran ser escoltadas hasta casa. La doctora se dejó caer en una de las butacas. Estaba totalmente exhausta. Necesitaba dormir aunque fuera solo diez minutos. Pero no se atrevía a ir hasta su habitación. Tenía miedo de que uno de aquellos seres se hubiera quedado en la nave y la pudiera coger desprevenida. Se quedaría en el puente de mando junto a Kate. Allí serían más fuertes.
   Kate no paraba de corroborar los datos del viaje. Era un auténtico portento de sacrificio. Andrómeda repasaba con ella todos los datos y verificaban una y otra vez por orden de Kate todos los dato. Todo iba bien.
   La doctora se había quedado traspuesta sobre la consola que tenía delante y la cabo ya se había tranquilizado un poco después de comprobar hasta ocho veces todos los datos. Se había reclinado en la butaca que había pertenecido al capitán y se estaba quedando dormida.

   De repente sonó una alarma y Andrómeda anunció que se había detectado una nave aproximándose. Las dos mujeres saltaron como un resorte.
   La doctora empezó a dar saltos de alegría. Por fín estaban a salvo. Pero Kate sabía que era demasiado pronto para que hubiera llegado la Liberty hasta su altura.

-Andrómeda, ¿que rumbo sigue esa nave?
-Es rumbo de intercepción cabo Smith. Viene siguiéndonos desde hace rato. Pero la acabo de detectar.
-¿Qué tardará en interceptarnos?
-Apenas una hora.
-Debemos prepararnos para el combate. Esperemos que llegue la Liberty a tiempo. - dijo con pesar en su tono la cabo.

 

domingo, 21 de julio de 2013

Un simple viaje 5

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                                                           PRISIÓN






Abrió los ojos. Todo era oscuridad. Tenía la ropa seca lo que denotaba que había pasado bastante tiempo, no sabía cuanto. No encontró nada para apoyarse así que con las manos en el suelo y se levantó. Iba a tientas buscando algo con lo que toparse. Tropezó con algo blando en el suelo y cayó de bruces. Estaba aterrada. Alargó la mano hacia el bulto que la había hecho caer. Cuando lo encontró empezó a palparlo. Era un cuerpo. Parecía humano pero no se movía así que continuó palpándolo. Empezó a subir por su torso y se dio cuenta de que era una mujer. Continuó subiendo hasta encontrar su cara y su pelo. Un pelo suave, le vino un flash y se acordó de la doctora Jessica. Empezó a zarandearla con lágrimas en los ojos. Esta no se movía así que se quedó allí acurrucada a su lado. Sollozaba e hipaba abrazada a ese cuerpo inerte. Después de un largo rato se quedó dormida abrazada a la doctora.
-¿Hola? ¿Quién eres?- la despertó la doctora zarandeándola.
-¿Doc...Doctora? -dijo sentándose en el suelo como un resorte y alargando los brazos, palpándole la cara.
-¿Te encuentras bien?
-¿Dónde estamos? ¿Que ha sucedido?- preguntó nerviosa Katy.
-No lo sé. Lo último que recuerdo es que se habría la puerta de mi habitación, que alguien se metía en mi cabeza y me quedaba dormida. Luego he despertado aquí contigo, a mi lado. -Contestó la doctora.
-Debemos buscar algo en esta habitación para intentar defendernos. Debemos prepararnos. -Dijo Katy haciendo acopio de fuerzas para no empezar a llorar de nuevo.
-Pero está oscuro. ¿Como quieres que busquemos así?-Dijo la doctora claramente nerviosa.
-Iremos a gatas. Poco a poco, tú en una dirección y yo en otra, sin dejar de hablarnos. Así sabremos en todo momento donde está la otra. ¿Me has entendido?
-Sí. No dejes de hablarme, por favor. Tengo miedo. -Dijo la doctora rompiendo a llorar.
Empezaron a alejarse una de la otra. Katy iba numerando cada vez que movía un pie o una mano en su desplazamiento. La doctora Jéssica intentaba hacer lo mismo pero las lágrimas a veces le ahogaban las palabras. Ya se habían separado unos metros cuando se abrió de repente una puerta que dejó entrar un haz de luz que cegó a las dos mujeres que tenían los ojos acostumbrados a la oscuridad.
-¡No!- gritó la doctora – Ayúdame Kate.
Ésta levantó la vista en dirección a la luz, cubriendo sus ojos con la mano y solo alcanzó a ver una figura alta arrastrando a la doctora Jéssica por un brazo. La doctora se retorcía intentando liberar su brazo de aquella mano que la tenía atrapada. Katy se levantó y se dirigió hacia la luz con la intención de ayudarla, pero antes de que llegara a la compuerta abierta esta se cerró. Volvió a quedar a oscuras y Katy rompió a llorar como una niña. Tenía mucho miedo. Por su mente desfilaban imágenes de torturas que había visto en películas junto a Michael. Al recordar a su amado volvió a llorar y se acarició el vientre. ¿Que sería de ella y de su hijo? Su pequeñín no podría venir al mundo por culpa de haber embarcado en aquel mercante. Por su ambición por ir a la Tierra. Se hizo una firme proposición. Lucharía hasta el final, defendiendo la vida de su vástago a toda costa. Pasaron unos minutos que para ella fueron siglos en la más absoluta oscuridad. Ella estaba agazapada al lado de donde recordaba que estaba la puerta. Sabía que volverían por ella. No tardó mucho en comprobar que estaba en lo cierto. La puerta se abrió y apareció la figura entre el haz de luz que volvió a cegar a Katy. Antes de que esta pudiera acostumbrar su vista, una mano poderosa la sujetó con fuerza por el brazo y en su mente sonaron unas palabras: “No vamos ha hacerte daño”
Aquellas palabras, no supo por qué, pero la relajaron y dejó de luchar. Empezó a caminar al lado de aquel gigante. Ella calculó por su estatura que mediría alrededor de los tres metros. Tenía forma humanoide, con dos piernas, dos brazos y una cabeza, sin pelo. Miró su rostro y vio dos ojos grandes, negros, que miraban al frente. No se había dado cuenta pero caminaba libre al lado de aquel ser. Sumida en la investigación de “su” acompañante no recordaba cuando la había liberado. De momento no la había agredido y eso era una ventaja, puesto que si querían hacerle daño ya lo hubieran hecho.
Llegaron a una sala donde había un sillón en medio, y al fondo vio cuatro seres como el que la acompañaba.
-Por favor siéntate- Resonaron las palabras en su cabeza.
Ella obedeció y se sentó en aquel sillón. Era confortable y después de todo el desgaste físico que había tenido le reconfortó. Tenía una extraña sensación al sentir la voz de aquel ser en su mente, y no sabía como dirigirse a ellos.
-No te preocupes, habla con naturalidad. Nosotros te oímos bien y te entendemos perfectamente. Llevamos varios questros...perdona, lo que vosotros diríais varios siglos estudiando a tu raza. Sabemos muchas cosas de tu cultura y nos hemos enseñado prácticamente todos los idiomas que habláis. Pero creo que eso no es lo importante en estos momento. Lo que deberías saber es que tu nave ha sido atacada por los krogs. Son una civilización realmente bélica. La federación interplanetaria de la nebulosa Omega los lleva manteniendo a raya durante décadas. Ahora al no poder avanzar en nuestra dirección se están dirigiendo hacia la Vía Láctea. Quieren someter y destruir a todos los mundos aquí habitados. Las naves que os atacaron son la avanzadilla de una gran flota que trae el propósito de someteros. Llegamos tarde para ayudar a vuestra nave, pero tenemos la intención de proteger vuestra Vía Láctea de esta amenaza. Katy quedó en shock. ¿Por qué le contaban aquellos seres todo aquello? ¿Cuando la habían supuestamente “rescatado” de los agresores de la Andrómeda? Algo no le cuadraba. ¿Y si era así por qué se habían llevado a la doctora y ahora a ella? ¿Dónde estaba la doctora?
-La doctora se encuentra en este momento alimentándose en nuestra sala común. Cuando acabemos de hablar podrás reunirte con ella. -Volvieron a resonar en su cabeza.
-Quisiera hablar con ella primero. Luego podremos hablar con tranquilidad. -Intentó ser convincente.
-Es imposible. Debemos trazar un rumbo de intercepción de los krogs antes de quelleguen a vuestra Vía Láctea.
-No os diré nada hasta que vea a la doctora.-se reafirmó Katy.
-Raza terca e inútil. Son todos iguales. Bien encontraremos el camino y destruiremos vuestro planeta. Solo retrasáis lo inevitable.¡ Enciérrala!
El mismo sujeto que la había traído hasta allí la cogió del brazo y la obligó a levantarsedirigiéndola hacia la puerta. La acompaño por un largo pasillo diferente al que habían recorrido antes. Llegaron ante una puerta y el ser que la acompañaba hizo un gesto y ésta se abrió. Era una sala iluminada tenuemente. Dentro estaba la doctora Jéssica que al verla corrió ha abrazarse a ella. Katy correspondió al abrazo y la puerta se cerró detrás suyo. Volvían a estar encerradas pero al menos estaban juntas.
-¿Qué ha sucedido? ¿Te han preguntado algo?- interrogó Katy a la doctora.
-Sí. Pero no les he dicho nada. Querían que les marcara la ruta hacia la Tierra. Pero yo nunca he tenido ni idea de navegación y así se lo he comunicado a aquellos seres. - contestó la doctora un poco más calmada.
-Bien, eso nos dará algo de tiempo para intentar enviar un aviso hasta la Megacorporación. Así podrán montar la defensa. -dijo con aplomo la cabo Smith.
-Pero, ¿Cómo vamos a salir de aquí? ¿ Y si lo logramos, cómo enviaremos el mensaje?
-Cada cosa en su momento. Primero intentemos salir de esta sala. Luego ya nos preocuparemos de lo demás.- Y se dirigió hacia la puerta.
Empezó a buscar la manera de desmontar la consola de apertura de la puerta. Estaba bloqueada y no aceptaría ningún código de acceso. Desmontó la cremallera de su mono y con ella empezó a quitar aquello que parecían los tornillos de sujeción del panel. Una vez lo hubo conseguido, empezó a investigar el interior buscando la forma de provocar un cortocircuito que abriera la puerta.
Después de largo rato intentando averiguar la manera de abrir la puerta que las retenía dentro de aquella habitación, se sentó en el suelo desanimada. No entendía aquellos circuitos y no sabía como provocar la apertura de la puerta. Sabía que solo tendría una oportunidad y que si fallaba posiblemente aparecería el carcelero para darles alguna reprimenda y castigarlas.
-¿Llevas una horquilla de pelo?- se dirigió a la doctora.
-Creo que sí, si me queda alguna. -y se palpó el cabello en busca de alguna de ellas. Al momento le entregó una a Kate y esta la abrió para tener un alambre más largo.
-Reza lo que sepas doctora. - Y Lanzó la horquilla contra el circuito integrado de la consola de apertura de la puerta. Esto provocó un chasquido y un humillo blanco y a continuación la puerta se abrió.
  Las dos mujeres se abrazaron alegres, casi histéricas por la emoción que las embargaba. Salieron de aquella habitación y se dirigieron hacia la derecha. Según recordaba Kate a ella la trajeron por la izquierda desde la sala del interrogatorio. No quería tener un mal encuentro con sus secuestradores así que salieron en la otra dirección. Después de casi diez minutos de dar vueltas sin saber ciertamente donde estaban y a donde se dirigían, encontraron una especie de ventana al exterior. Estaban parados y al lado de aquella nave en la que estaban estaba todavía la Andrómeda. Esto les daba una oportunidad de enviar un mensaje a la Megacorporación si conseguían llegar hasta su nave. Vieron una escotilla que daba a una sala mayor. Decidieron entrar en ella no sin antes escudriñar lo que había al otro lado de la puerta por el estrecho ventanuco que había en la puerta. Parecía vacía la otra estancia, así que abrieron la puerta y accedieron a la sala. Allí se encontraba la escotilla de salida hacia su nave. Habían montado una especie de túnel para ir de una nave a otra, así que no tuvieron demasiados problemas para pasar. Lo mejor de todo es que no había vigilancia alguna.



   Llegaron a uno de los paneles que servían de intercomunicadores por dentro de la nave y la cabo Kate apretó el botón de llamada. Un segundo después apareció en pantalla un cordial saludo de la computadora Andrómeda. Un dolor indescriptible surgió en su pecho de la emoción. Entonces ordenó a la computadora que siguiera en silencio y que abriera un canal de comunicación con la estación más cercana aliada, fuera humana o no. Al momento Andrómeda había abierto 3 canales con diferentes estaciones y naves que había relativamente cerca. Entonces empezó a teclear el siguiente mensaje:

   “Aquí la cabo Smith abordo del carguero Andrómeda. Hemos sido atacados en un punto intermedio entre Mar Toga y Mostiga. Las coordenadas las adjunto con el mensaje. Asaltantes en tres naves de ataque. Solicito ayuda.”
Apretó el botón para que Andrómeda enviara el mensaje y la computadora confirmó que el mensaje había salido hacia sus direcciones. Ahora solo cabía esperar.
Fueron directas hacia la armería. Se prepararían para su defensa. Tarde o temprano aquellos seres se darían cuenta de su fuga. Entonces no tendrían piedad. Llegaron sin ningún problema y se armaron hasta los dientes. Llevaban granadas de detonación retardada, un subfusil cada una, pistola reglamentaria de la Megacorporación y un machete de caza. Aparte de eso habían cogido también un lanzacohetes, que como decía la doctora, pesaba como un condenado. Las dos rieron casi histéricas. Se abrazaron y salieron hacia la enfermería. Allí se fortificarían hasta que llegara la ayuda.
De repente se le ocurrió una idea.
-Andrómeda,¿Cual es el estado de las armas?-
-Los robots de mantenimiento han conseguido reparar un blaster que sumado al que quedaba dan una buena potencia de fuego.- contestó el ordenador a través de la consola que había en la enfermería.
-¿Cómo están los motores?¿Podríamos huir si consiguiéramos desasirnos de nuestros captores?- preguntó con un halo de esperanza en la voz.
-Según los cálculos que he realizado podríamos alcanzar una velocidad de warp 3 cabo smith- Se leía en la pantalla de la consola.
La doctora soltó un grito de alegría. Kate se lanzó sobre ella y le tapó la boca con la mano -no grité doctora o nos delatará- increpó a la doctora.
   En la pantalla volvió a aparecer un mensaje en pantalla. En el rezaba:
Para poder disparar los blasters habrá que iniciar todos los sistemas. Eso tardará unos veinte segundos. Solo tendremos una oportunidad al disparar, y luego deberemos acelerar y pasar a velocidad warp manualmente desde el puente de mando. Debe estar preparada allí para activar el movimiento de la nave. Entraremos en velocidad warp y a los veinte segundos pararemos y redireccionaremos hasta la estación más cercana. Espero haber sido de ayuda cabo Smith.
-Gracias Andrómeda. Si tuvieras cuerpo te daría un beso- Dijo la cabo emocionada- Bien debemos dirigirnos hacia el puente. Allí controlaremos la nave. Espero poder hacerlo bien.
Tomaron todo tipo de precauciones hasta llegar al puente de mando. Allí había un panorama dantesco. Todavía estaban esparcidos los restos de los que habían sido sus compañeros.