jueves, 5 de abril de 2012

Sombra oscura Cap.15

Estaba anocheciendo y Jon ya se había levantado. Se dirigió hacia el cuarto de baño para darse una ducha. Se desvistió y abrió el agua caliente. Esto le hacía entrar en calor, ya que su temperatura normal rondaba los quince grados. Llevaba un par de minutos bajo el chorro de la ducha, cuando a sus espaldas se abrió la cortina, lo justo para dejar entrar a Elly. Ésta se abrazó a él entrelazando su menudas manos en su pecho. Él se dio la vuelta y la besó. Empezaron un juego bajo el agua que los hizo subir de temperatura mucho más rápido que la propia agua caliente. Veinte minutos después estaban arreglándose para disimular la palidez como cada noche. Salieron de la habitación y se encontraron con una de las encargadas de cambiar las sabanas y toallas de las habitaciones. La empleada sonrió al verles. Llevaba un rato escuchando los gemidos de placer que habían producido media hora antes. Saludaron al pasar por su lado y salieron a la cubierta. Se dirigieron hacia la proa del barco. Elly tenía curiosidad por ver que se sentía al estar en la punta del barco y ver como iba surcando el agua. Llegaron allí y Elly se encaramó al primer travesaño de la barandilla, extendiendo los brazos como había visto hacer a la protagonista de Titánic. Era una vista espectacular. El cielo estaba plagado de estrellas y la luna, prácticamente llena, empezaba a salir desde el mar. Era una vista preciosa. -Jon ¿Aparte de la fuerza y velocidad, leer el pensamiento y poder comunicarte telepáticamente, que otras cosas se pueden hacer? -Bueno yo vi a Kate que podía mantenerse en el aire y retardar su caída al suelo. Pero eso yo no lo consigo todavía. Al igual que tú no puedes comunicarte telepáticamente. Soy joven y no tengo el poder necesario para realizarlo. -¿Qué edad tenía Kate? -insistió. -Pues creo que databa del 1512. Una vez me contó que ella era hija de colonos venidos desde Europa para encontrar fortuna en el nuevo mundo. -¿Y sabes quién convirtió a Kate? -Pues según me contó, fue un joven venido de Europa. De Francia para ser más exacto. Si no recuerdo mal creo que le llamó Leonard. Era un tipo rubio, ojos azules, y que enseguida encandiló a Kate. Después de tres noches dejándose ver por delante de su ventana un día ella la abrió y lo invitó a entrar. Esa fue su perdición. Y la nuestra. -No digas eso. Nos tenemos el uno al otro. Además esto yo lo considero como una enfermedad. Algún día encontrarán una cura para el vampirismo y nosotros volveremos a ser humanos. Jónathan la sujetaba por la cintura, evitando así que perdiera el equilibrio y cayera bajo la quilla. La veía exultante de alegría. Disfrutaba cada momento como un niño con zapatos nuevos. Había aceptado lo que era sin peros. Algo que él no había podido hacer hasta ahora. Solo le valía estar junto a su amado. -Perdone – dijo un miembro de la tripulación que había visto la escena al pasar. -Haga el favor y baje de la barandilla. Ya hemos tenido un percance no quisiera tener que informar de otra desgracia. Elly al oirlo se giró, perdiendo el equilibrio y precipitándose hacia adelante, pero Jon estuvo rápido y la sujetó fuerte por la cintura. Ella se agarró a su cuello y bajó de un salto de la barandilla. -Lo siento – se dirigió al marinero con cara de arrepentida. -Deberían estar en su comedor correspondiente. El capitán ha dado orden de reunir a todos los pasajeros. Sa ha estado anunciando durante todo el día por megafonía que a las nueve de esta noche estuvieran en los comedores. -Lo siento no sabíamos nada. Hemos estado todo el día en el camarote.- Se disculpó ahora Jon. -¿A ocurrido algo?- Le interrogó. -El capitán les dará las explicaciones oportunas.- Dicho esto les acompañó hasta las escaleras que subían a 1ª clase. Luego se despidió cortésmente y siguió recorriendo el resto de cubiertas en busca de algún otro rezagado. Entraron en el comedor donde había una gran expectación referente a las explicaciones del capitán. Se oía a la gente murmurar sobre un par de cadáveres que se habían encontrado en 3ª. Pero todo eran rumores. Nadie sabía a ciencia cierta que había ocurrido. Unos decían que les habían asesinado. Otros que habían sido atacados por un monstruo. Así llegaron hasta una mesa donde la señora Forrester les hacía señas. -¿Os habéis enterado ya? Se dice que hay un monstruo en el barco y que ha matado a dos pasajeros de 3ª. Estos, según se dice, eran ladrones, porque han encontrado diversos objetos robados en su habitación.- Dijo la mujer excitada. - Para mí ha sido un ajuste de cuentas con alguna de sus víctimas. - explicó ésta. -Por dios que miedo – soltó Elly mirando a Jónathan con cara de susto, casi sin poder contener su risa. -Supongo que ahora el capitán nos dará las explicaciones oportunas. -cortó Jon a Elly con una mirada fulminante. Entró el capitán en el gran comedor y la gente calló en el acto. Todos esperaban las palabras del capitán. A éste le acompañaban un par de hombres con chaqueta azul marino, que en lo alto de las mangas llevaba bordado el escudo de la naviera con las siglas I.S. (Internal Security) bordadas en dorado. -Buenas noches.-comenzó- La noche anterior se ha cometido un trágico suceso en un camarote de 3ª. Parece ser que los inquilinos fueron sorprendidos en mitad de la noche y han muerto en extrañas circustancias. Me acompañan el señor Nichols y el señor Bome, jefe de seguridad del barco y su segundo respectivamente. Ahora les harán un breve repaso de las normas a seguir hasta nueva orden. - Terminó el capitán. Un gran murmullo surgió entre la gente de la sala. Se oían comentarios de todo tipo. -Pues sí, venimos de relax y diversión y vamos a estar como en la cárcel. -dijo alguien. Y gente que entendía la precaución del capitán que comentaba: -Qué pongan seguridad en todo el barco. Tienen que protegernos al pasaje.-comentaba otro. -Hola, buenas noches- comenzó el jefe de seguridad.- Verán, debido a los acontecimientos acaecidos, hemos decidido por su seguridad, que cada vez que salgan de su camarote deberán comunircarlo a un miembro del servicio de seguridad. Estos no les importunarán, solo apuntarán cuando salen de la habitación y cuando entran. Para agilizar las cosas, se les entregará un juego de pegatinas con el número de su habitación que deberán llevar siempre visible en el pecho, para que dichos miembros puedan apuntar sus movimientos sin tener que preguntar sus nombres o número de habitación. La única norma que... permítanme que les imponga es que.. si al salir de la habitación no encontraran a ningún miembro del servicio de vigilancia en el pasillo les ruego que esperen en la habitación hasta que llegue uno de ellos. Es por su seguridad. -Ves, lo que yo decía, vamos a estar como en la cárcel. No tienen vergüenza.- Decía el hombre ratificando lo dicho anteriormente. Se creó un debate entre el pasaje en si era o no legal lo que querían hacer. El debate se volvió discusión y casi se llegó a las manos. -¡Por favor, silencio!- dijo el capitán a través de los altavoces de la sala. Volvió a hacerse el silencio, esperando a que el capitán continuase. -¿Entonces van a controlar todos nuestros movimientos? Esto es un ultraje. Una violación a nuestra intimidad.- Dijo alguien desde el fondo de la sala. -Si todo va bien, como así esperamos que sea, dos horas antes de llegar a puerto, se destruirán todas las anotaciones. A nosotros no nos interesan los escarceos del pasaje. Solo velamos por la seguridad de ustedes. Ahora se pasará lista de todo el pasaje de 1ª. Ruego que respondan y se levanten a medida que les nombren. Nuestros auxiliares les entregaran las pegatinas. Mientras dure el proceso pueden cenar tranquilamente como cualquier otra noche. Estén atentos cuando les llamen. Perdonen las molestias. Dicho esto el capitán salió de la sala acompañado de los dos miembros de seguridad. Uno de los auxiliares subió al escenario. Portaba en su mano un manojo de hojas escritas donde se suponía que estaba la lista del pasaje de 1ª, en la otra cogió el micro, y después de presentarse empezó a leer los nombres y número de habitación de cada uno. La gente iba levantándose y esperaba a que se acercara el auxiliar que les traía las pegatinas. Después de una hora se habían repartido la totalidad de las pegatinas. -Tenemos que irnos- comunicó Jon a la señora Forrester. - Hemos quedado con otros amigos para cenar. -Oh que pena. Esperaba que cenarían con nosotros.- Dijo ésta. Se levantaron y se marcharon del comedor saliendo hacia la cubierta, no sin antes despedirse. -¿Qué te apetece hacer hoy? - interrogó a Elly. -Ayer me lo pasé muy bien con aquellos chicos. Pero me gustaría ver el resto del barco. - Contestó ella. -Debemos tener cuidado a partir de ahora. Va a estar muy vigilado el barco.- comentó mesándose el pelo. Fueron a buscar las escaleras que bajaban hacia las demás cubiertas. Bajaron hasta 3ª y allí vieron que había unas escaleras que seguían bajando hacia los camarotes del servicio, cocinas, enfermería del barco y demás dependencias que servían de almacenaje. Tenía un cordón de terciopelo rojo con un letrero que prohibía el acceso “Solo personal autorizado”. No estaba vigilada, así que con cuidado saltaron el cordón y bajaron las escaleras. Iban con mucho cuidado de ser descubiertos, ya que se acabaría su excursión allí mismo. Las escaleras desembocaban en un pasillo que iba a derecha e izquierda. A la izquierda estaban las habitaciones de los tripulantes. Siguieron el pasillo de las derecha. Pasaron por una de las múltiples cocinas que había. Se veía mucha actividad dentro. Los cocineros se afanaban en preparar platos en grandes cantidades. Los camareros iban y venían llevándose los platos preparados y trayendo grandes montañas de platos sucios. Siguieron caminando y llegaron a la entrada de la enfermería. La puerta estaba abierta de par en par. Esto complicaba el paso. Jon contactó telepáticamente. La sugestionó a que sintiera frío. Ésta se acercó a la puerta y la cerró. Aprovecharon para pasar sin ser vistos. Desde el interior se oyó: -¿Por qué cierras? Hace calor.- dijo una voz de hombre. -Sentí un escalofrío y cerré.- contestó la enfermera. Ambos se rieron mientras seguían por el pasillo. Llegaron a una puerta. Jon se concentró buscando pensamientos en el interior. No encontró nada. Abrió la puerta y entraron. Había otra escalera que descendía. Bajaron y se encontraron con un pequeño pasillo en el cual habían tres puertas. En la primer situada a la izquierda había un cartel indicando que era el cuarto del servidor de comunicaciones del barco. A la derecha había otra que indicaba material. La que había al final del pasillo era la sala de máquinas. De ella salía un zumbido sordo. Jon comprobó que la puerta no era normal, sino una puerta blindada que amortiguaba el sonido. Abrió la puerta y el zumbido se convirtió en un ronroneo molesto por el elevado ruido. Ante ellos había una pasarela de metálica que daba la vuelta a la gran sala. Se asomaron por la barandilla y allí abajo a unos seis metros se veían don enormes motores que propulsaban el navío. Vieron a varios miembros que iban y venían controlando los paneles de control de los motores. Llevaban orejeras para mitigar el molesto ruido que producían los motores. Ésto les daba la oportunidad de acercarse a ellos. Descendieron por una de las escaleras que quedaban retiradas a los ojos de los técnicos. Jon le dijo mentalmente que le siguiera. Era imposible hablar allí. A Elly le dolía la cabeza. Aquel zumbido le taladraba el cerebro. Jon se detuvo. A unos tres metros de ellos había un marinero sentado delante de una consola comprobando cada parámetro. Jon le dijo a Elly que se escondiera tras unas cajas que habían pegadas al motor de la derecha. Entonces sugestionó la mente del técnico para que se acercara. Éste se levantó y casi mecánicamente se acercó a comprobar que las cajas que había allí estaban todas en su sitio. Al aproximarse a las cajas, Jon salió detrás suyo y lo empujó contra las cajas. El marinero sorprendido perdió el equilibrio y quedó apoyado contra las cajas. Ella se abalanzó sobre él y lo sujetó por los brazos. Éste se debatía sin ningún resultado. Aquella mujer era mucho más fuerte que él. ¿Serían los asesinos de los dos ladrones de la noche anterior? Empezó a gritar pidiendo auxilio, pero el rugir de los motores ahogaba sus peticiones. Aquel hombre se acercaba a él con la boca semiabierta de donde asomaban unos largos colmillos. Estaba aterrado y empezó a suplicar por su vida. Jon que estaba disfrutando con el sufrimiento de aquel desdichado, le hacía señas acercando la mano a su oreja en señal de que no le oía. Éste pataleaba y de debatía entre las manos de la muchacha, pero esas manos eran como mordazas de banco, que le aferraban fieramente. Empezó a llorar como un niño y también se orinó encima. -Ya está bien Jon. -le imploró ella. - No lo hagas sufrir más. Jon leyó los labios de la joven y asintió con la cabeza. Se acercó al marinero y se inclinó sobre su cuello clavándo los colmillos en la piel de su cuello. El marinero al notar el mordisco hizo un nuevo intento de liberarse. Pero era tarde. Empezaba a notarse débil. Elly mordió al otro lado del cuello. La vida se le escapaba en grandes zancadas. En breves segundos dejaron el cuerpo inerte, sin vida del marinero dentro de una de las cajas. Volvieron a subir por las escaleras hasta la pasarela metálica. Desde allí y con mucho cuidado fueron bordeando toda la sala hasta llegar a la puerta por donde habían entrado. Salieron al pasillo donde estaba el servidor. -Es insoportable ese ruido. - dijo ella apretando con las manos sus orejas. -Sí, volvamos hacia arriba. - Contestó él. Volvieron por el pasillo que llevaba a las escaleras. Subieron por ellas y se encontraron con el pasillo que daba a la enfermería y las cocinas. Al llegar a la enfermería la puerta volvía a estar abierta. Jon volvió a conectar con la enfermera, pero esta vez le provocó una sensación de calor sofocante. Ésta se dirigió hacia todos y cada uno de los ojos de buey que había en la sala y empezó ha abrirlos. -¿Pero qué haces?- dijo de nuevo la voz de hombre. -Es que tengo mucho calor.- Contestó la enfermera sofocada. -No hay quien se aclare contigo.- Le recriminó. Aprovecharon para pasar la discusión del interior. Iban los dos riéndose. Había conseguido sacar de quicio al hombre y que no prestaran atención a la puerta. Subieron por la escalera que daba a la cubierta de 3ª clase, cuando estaban saltando el cordón de seguridad, un miembro de I.S. dobló la esquina. -¿Se puede saber a dónde van?- Espetó a la pareja. -Lo siento, íbamos buscando un servicio y nos hemos perdido. -Contestó Elly con una sonrisa. -Está bien. Pero no traspasen los cordones de seguridad.- dijo el miembro de seguridad.. -Entendido jefe.- Contestó Jon y se largaron hacia la pasarela exterior. Allí se apoyaron en la barandilla y respiraron profundamente. Les había ido de poco.

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