jueves, 12 de abril de 2012

Sombra oscura cap. 16

Jon despertó algo sobresaltado. En el exterior del camarote la gente iba y venía con nerviosismo. Se levantó y se sentó delante del escritorio donde tenía el portátil. Lo enchufó y esperó a que se conectara a internet. Al momento accedió a noticias internacionales. En portada venía una noticia que le erizó el vello del cuerpo. Se confirma la existencia del monstruo en el Queen Elisabeth. Empezó a leer el contenido de la noticia. En ella se explicaba el descubrimiento de un matrimonio de 2ª clase que había sido encontrado en su habitación descuartizado. La noticia hacía referencia a que el camarote se encontraba totalmente salpicado de la sangre de ambos, que los cuerpos habían sido descuartizados y devorados en parte. Después venía publicada una entrevista con el capitán que hacía referencia a la seguridad del buque. Iban a enviar un equipo de protección desde España, país que estaba más cerca del buque en ese momento. El equipo era, según rezaba la noticia, fuerzas de élite de la Guardia Civil española. También hacía mención a que el oficial al mando de aquel grupo operativo era el capitán Alonso. Elly se acercó con sigilo a Jon y lo abrazó dándole un beso en el cuello. -Buenos días amor. -Dijo ella todavía medio somnolienta. -Buenos días. -Contestó él de forma seca. Estaba demasiado metido en la pantalla para darse cuenta de lo que le decía su amada. -¿Ocurre algo?- Preguntó preocupada por el tono en que le había contestado. -Mira. - Y le giró la pantalla del portátil para que ella pudiera leerlo. Unos instantes después, Elly ya había terminado de leer la noticia y preguntó: -¿Quién puede haber hecho algo así? ¿Será verdad que hay un monstruo, aparte de nosotros, en el barco? -No lo sé, pero lo que más me preocupa es que la seguridad del barco se va a endurecer enormemente, hecho que nos perjudica claramente. En los 3 días de travesía que quedan posiblemente no tendremos ocasión de volver a alimentarnos. Aunque igual se me ocurre algo para solucionarlo. De momento seremos prudentes. Se arreglaron como cada noche. Hoy, Jon no tenía ganas de juegos, estaba preocupado. Cuando terminaron de maquillarse para disimular la palidez, se colocaron las pegatinas con el numero 423 que era el de su habitación. La más lujosa de todo el barco, también la más cara. Abrió la puerta y en la esquina del pasillo había un miembro de seguridad que al verlos se acercó. -Buenas noches.- Empezó Jon. - ¿Qué se sabe de lo ocurrido anoche? -Buenas noches. Realmente solo se sabe que los cuerpos estaban destrozados y que hay pisadas en el suelo de animal, así que se está haciendo una batida por todo el barco para encontrarlo. Han subido a bordo miembros de la policía española. Llevan perros de rastreo y todo. Nos han dicho que informemos a los pasajeros que se abstengan de pasear por el barco y que se concentre toda la gente en el comedor de cada clase. Así evitarán más desgracias. Según el jefe de la policía, el capitán Alonso, dice que pronto lo cogerán. Así que si son tan amables diríjanse al comedor y no se desvíen. Haciendo caso a las indicaciones del seguridad, se dirigieron hacia allí. Los pasillos estaban vigilados por agentes armados. Era casi imposible que se escapara aquella bestia. Al llegar al comedor la gente estaba muy alterada. Nadie había pedido la cena. Estaban todos muy nerviosos. Jon se aproximó al maitre del comedor, y le pidió que le trajera a la habitación dos raciones de hígado de buey en crudo, y que rellenara la nevera con cervezas. Quería también una barbacoa. -Eso es imposible señor. No se permite hacer fuego en las habitaciones. Comprenda usted que es muy peligroso. -Explicó el jefe de la sala. -Está bien. ¿Pero sí que se podría hacer en la cubierta, verdad?. Quisiera dar una pequeña fiesta para nuestros amigos. - Insistió Jon. -Lo consultaré con el capitán y si él lo considera oportuno se le conseguirá lo que necesite. -Mira, mejor todavía, quisiera dar una gran barbacoa para todo el barco. Todo a mi cuenta. No habrá problema por el dinero. Todos están invitados.- Dijo el vampiro con gran vehemencia.-Con los miembros de seguridad allí no creo que haya peligro. Éste salió en dirección a su pequeño despacho situado en una esquina del comedor, cogió el teléfono y marcó. Al momento Jon vio como hablaba con alguien. Al minuto, volvió junto a la pareja, con una sonrisa de oreja a oreja. -El capitán ha accedido ha realizar la barbacoa en la cubierta de las piscinas. Es la más grande y será fácil controlar a toda la gente para que no se pierda nadie. Él mismo hará las gestiones pertinentes para que se realice. Dentro de una hora se trasladará a todos los pasajeros de las tres clases hacia el punto de encuentro. Allí las fuerzas de seguridad tomarán posiciones y se podrá disfrutar de una velada fantástica. Ahora mismo daré orden a los cocineros para que preparen toda la comida y las barbacoas en la cubierta. -dijo el maitre bastante excitado. Le parecía una gran idea la que había tenido el señor Leslie. Además era muy generoso por su parte invitar a todo el barco. -Una cosa más si no es mucho pedir.-continuó Jon. -Quisiera que nos dejaran un par de bandejas de hígado de buey fresco en nuestra habitación. Así, cuando nos incorporemos a la fiesta podremos llevar lo que nos han de servir. ¡Ah! Y también una botella de vino, Ribera del Duero a ser posible. -Como desee. Ahora doy orden de todo. -Confirmó el maitre. Dicho esto se alejó y empezó a dar órdenes a los camareros de que se fuera informando a los pasajeros de la barbacoa que se iba a hacer en cubierta. Éstos lo acogieron con júbilo. Por fin tendrían una distracción dentro de aquel confinamiento. Jon le dijo a la joven que lo siguiera. Volvieron a la habitación y esperaron unos minutos charlando. Ella no entendía todo aquel jolgorio que había montado su amante. Éste no quiso explicarle nada. Sería una sorpresa. Llamaron a la puerta. Jon abrió y allí había un camarero que traía un carrito donde se veía un par de botellas del vino que él había pedido y una bolsa, en cuyo interior estaban las bandejas de hígado. El camarero entró y dejó las bandejas en la nevera del minibar que había en la habitación. Luego procedió a abrir una de las botellas de vino. Sirvió en dos copas de cristal poco más de un dedo de aquel caldo. Jon tiró mano de su cartera y sacó un billete de veinte dólares que entregó al camarero. Luego le dijo que se podía retirar. Cuando éste salió de la habitación, Jon cogió las dos copas y las vació en el lavabo. Pero no las enjuagó. Quería que algo del sabor de aquel vino quedara. Luego fue a la nevera y cogió las dos bandejas de hígado y las dejo sobre la pequeña estantería que allí había. Se quitó la chaqueta y la camisa blanca y las dejó encima de la cama. Luego fue al servicio y destapó una de las bandejas y empezó a escurrir con su gran fuerza las piezas de hígado, sacando toda la sangre que pudo y vertiéndola en una de las copas. Ésta quedó casi llena. Luego hizo lo propio con la otra bandeja y la otra copa. Cuando hubo terminado, se limpió la sangre que le había salpicado el torso. Salió del baño con las dos copas y le ofreció una a Elly. Ella sonrió al verle salir. Ahora entendía todo el plan que había urdido para poder tomar aquella copa de sangre. Brindaron y saborearon aquella copa como si fuera la última. Tendrían que conformarse con aquello por el momento. Ya ingeniaría algo para poder tomar algo más tarde. Llegaron a la terraza donde ya había empezado la barbacoa. La gente iba y venía con bocadillos de morcilla con salchichas, beacon, chuletas de cordero deshuesadas, panceta, chorizo, pinchos... Todos estaba disfrutando y no les importaba la clase social que tuvieran, todos allí, mezclados, conversaban, reían y hacían gestos. Se relacionaban sin ningún tipo de complejo por ser de diferentes clases. Una de las jóvenes que habían conocido en el karaoke hacía dos noches, se acercó a Elly y los invitó a que se acercaran a su grupo. Uno de los chicos había sacado una guitarra española y tocaba canciones que los demás coreaban. La gente se iba arremolinando a su alrededor, procediendo a aplaudir entre canción y canción. Los niños correteaban entre la gente, jugando al pilla pilla. Jon estaba satisfecho. Desde que se convirtiera en lo que era ahora, nunca se había preocupado por los demás. Se limitaba a estar en las sombras, seleccionar a su víctima y atacar. Elly lo había cambiado. Estaba feliz. Se acercó por detrás de ellos. Portaba en sus manos un bocadillo de chuletas de cordero con queso roquefort fundido. El capitán era un gran amante del queso. -Felicidades por esta fiesta señor Leslie. Ha sido una gran idea. La gente se a olvidado de todo, está disfrutando y pasándolo bien.- Expresó agradecido. -Capitán, me alegro que haya acudido a la fiesta. Buen provecho. - Contestó Jon. Estuvieron conversando sobre todo lo que había acontecido en el barco. Éste le contó que se estaba revisando todo el barco, incluidos camarotes. Pero que de momento no habían hallado rastro del animal. Desde la terraza de arriba les vigilaban quince miembros del servicio de vigilancia del buque y diez miembros de la guardia civil. Estaban en todas las salidas y entradas hacia las cubiertas, de manera que si algo o alguien intentaba acercarse a los invitados lo detendrían. Todo iba bien. Habían instalado una plataforma en un rincón para que los que quisieran pudieran subir a cantar canciones de karaoke. La gente disfrutaba con aquella iniciativa que habían propuesto los jóvenes amigos de la pareja. Subía gente de todas las edades. Había tenido una gran acogida. De repente, un miembro de seguridad se acercó al capitán y le dijo algo en un susurro, pero que Jon oyó con claridad con su gran oído. Habían acorralado una especie de perro grande. El capitán informó a Jon de que tenía que marcharse. Jon pidió que le dejara acompañarlo. Éste reflexionó unos momentos y al final accedió a que le acompañara. Había sugestionado al capitán para que accediera a sus deseos. Jon le dijo a Elly que debía ausentarse unos minutos y ésta dijo que se quedaba con los amigos. Salieron hacia la escalera que conducía a 2ª clase. Bajaron acompañados por tres miembros del servicio de vigilancia y de dos miembros de la guardia civil. Llegaron hasta el final del pasillo que daba a estribor del barco. Más concretamente delante la puerta 271. Allí se habían congregado unos veinte miembros de la seguridad del barco y la guardia civil. -Está dentro señor. Nos hemos dado cuenta porque no salía nadie desde hacía rato de la habitación. Al acercarnos hemos oído unos gruñidos. - dijo un miembro del barco. -¿Pero han abierto la puerta? -preguntó el capitán. -No señor. Esperábamos a que se personaran usted o el capitán Alonso.-Contestó el miembro de seguridad. En ese momento llegó el capitán Alonso que venía desde la sala de máquinas. No llegaron a revisarla por que les habían informado que ya habían encontrado el animal. Había subido a la carrera, y ello se denotaba en las gotas de sudor que corrían por su frente. -¿Qué hace un civil aquí?- increpó aún fatigado. -No se preocupe, no intercederá en nada. Se mantendrá retirado. Está bajo mí responsabilidad. -Está bien, es su problema.¿Cómo quiere que lo hagamos señor?- Preguntó Alonso al capitán del barco. -Abriremos la puerta. Si no se muestra agresivo intentaremos capturarlo. Al mínimo resquicio de agresividad lo abatiremos.- Contestó el capitán. El capitán Alonso asintió y dio instrucciones a los miembros de su brigada. Uno de los guardia civiles llamó a la puerta. Desde dentro no hubo contestación. Solo otro gruñido que puso a todos los pelos de punta. Jon observaba desde unos pasos más atrás como le había ordenado el capitán del barco. Otro miembro de la guardia civil trajo consigo un ariete manual para abrir la puerta. Otros tres miembros estaban tras él apuntando sus semiautomáticas con silenciadores hacia la puerta. Golpeó con violencia la puerta y esta se abrió de golpe. Al otro lado de la cama se veía un animal parecido a un perro, a cuatro patas, y que tenía una altura de un metro y medio aproximadamente. Entraron con sigilo, para no asustarlo y no tener que abatirlo. Un par de agentes del servicio de vigilancia del barco, portaban en sus manos unas lanzas con un lazo, típica arma para cazar perros callejeros, que normalmente llevan los miembros de la perrera. Se adelantaron al resto de miembros del equipo y intentaron ponerle el lazo alrededor de la cabeza. Jon intuía que algo no iba bien. Uno de los que llevaban los lazos consiguió acercarse lo suficiente para rodear el cuello del animal con la cuerda, pero antes de lograrlo el animal saltó sobre él derribándole. Los agentes de la guardia civil empezaron a disparar sobre el animal, y este sobre verse herido consiguió romper el cerco y huir escaleras abajo. El capitán cogió un walki-talki y dio orden inmediata de que todo miembro de la tripulación que estuviera por debajo de la 2ª clase se retirara hacia las cubiertas superiores por la escalera de proa. Así mismo, el capitán Alonso dio orden de taponar las dos escaleras que subían desde la 3ª clase. Se apostaron agentes por todos los pasillos que accedían a las escaleras. No podría escapar ya. El animal había dejado un reguero de sangre bastante grande. Aunque había demostrado que sobre estar herido tenía una gran movilidad todavía. El capitán Alonso cogió un grupo de cinco agentes y bajó las escaleras. Jon y el capitán esperaron a orden de éste último allí, cerca de las escaleras por donde momentos antes habían desaparecido los agentes con el capitán Alonso. Pasaron unos minutos de tensión contenida y de repente se oyeron unas cuantas ráfagas de disparos. El capitán Alonso informó por radio que les había sorprendido y que había herido a uno de sus agentes, pero que el lobo estaba muy herido y que iba dejando un reguero de sangre que hacía ya evidente que su vida estaba próxima a su fin. -Por cierto – informó al capitán Alonso- Se ha erguido sobre dos patas y ha salido huyendo. Se dirigía hacia la otra escalera. Jon pidió al capitán del barco que se acercaran allí. Éste se negó. Alegó que era peligroso moverse sin escolta, y ahora estaban todos ocupados en taponar las salidas. Se oyeron nuevos disparos, esta vez eran ráfagas largas, como si estuviera habiendo un gran combate a bordo. Paró aquel fragor de disparos. El capitán Alonso pedía informes una y otra vez por radio sin que nadie le contestara. De repente se oyó al otro lado de la radio: -Capitán he...hemos abatido a esta cosa. ¡Dios mio! Está cambiando.- dijo un guardia civil desde la otra escalera. -Informe cabo. ¿Qué ha ocurrido?- insistía el capitán Alonso. -¡Dios! Es un hombre. Se ha transformado en un hombre. -decía el cabo asombrado. -No se muevan ahora vamos. -dijo el capitán Alonso. -Señor Leslie, vamos, acompáñeme hacia allí.- instó el capitán del barco. Jon siguió al capitán y otros cuatro miembros de seguridad del barco, que junto dos guardia civiles, les iban escoltando. Llegaron donde estaba el cuerpo de aquel hombre, desnudo, que todavía se le veían grupos de pelo gris en algunas partes de su cuerpo.

1 comentario:

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